Creciendo... junto a ti CAPITULO 17


Sentir como el agua caliente caía sobre mi cuerpo me tranquilizaba, normalmente me bañaba durante las mañanas pero esta era una ocasión especial. Yunho se había ido después de almuerzo, así que técnicamente habíamos pasado casi tres días completamente solos sin ninguna interacción con el exterior salvo por el mensaje que él recibió por parte de su jefe.

Pero lo que me había motivo a tomar esa ducha fue una pequeña duda que comenzó a rondar por mi cabeza apenas me desperté: yo… ¿seguía siendo virgen? Quiero decir, él no había salido de ninguna parte y yo no había entrado en ninguna.

- ahh – golpeé mi cabeza contra la pared, por eso odiaba tener muchas relaciones sentimentales de cualquier tipo, me estresan.

Miré mi miembro un momento, aún estaba sensible por tanto roce, y lo más extraño era que ese orgasmo fue más placentero que cuando yo lo hacia sólo. Yo pensaba que nunca seria tan carnal y caliente a la hora de tener pareja así que todo esto me había tomado por sorpresa, pero nunca pensé que no pudiera controlarme, ¿cuánto nos conocíamos? Nada,  ¿desde hace cuando hablábamos? Sólo un par de días y aún así habíamos hecho demasiadas cosas para mi gusto.

- soy más fácil de lo que pensé – reflexioné en voz alta.

Yunho se había dado un baño antes que yo, no me lo dijo pero creo que fue hablar con su jefe aunque no se que tan útil es hablar después de un día desde su llamada de emergencia. Suspiré, ¿por qué ahora me importaba tanto? Antes al menos podía controlar ese sentimiento.

De todas formas tenía que ir a quitarme esa cosa del pie y con Yunho en el departamento no hubiese querido ir.


- ¿quiere comprar algo?
- ¿dónde esta Yunho? – pregunté de inmediato
- ¿Yunho?
- si, él chico que normalmente atiende esta librería.
- fue despedido ayer, este es mi segundo día de trabajo – dijo entusiasmado el nuevo cajero, no parecía notar que para mi, su cliente, no era un buena noticia.

Creo que el chico había comenzado a decirme algo más pero no me detuve a escucharlo sólo me apresure a salir de la librería en busca de Yunho. ¿dónde estaba? ¿por qué no me había llamado?... bueno, aún no tengo su número. Maldición.

Camine dos cuadras a paso rápido que si no hubiera sido por una señora que se interpuso en mi camino no me habría dado cuando que el idiota que yo andaba buscando, estaba en una plaza al otro lado de la calle.

Crucé la calle con la intención de gritarle “idiota”, reclamarle porque no me había comentado sobre la amenaza de su jefe (que si bien conocía por haberle revisado el celular) y pedirle su número de celular y dirección, si, todo en ese orden. Pero la expresión de su rostro me hizo detenerme y reconsiderar.

Sólo estaba a un par de metros de él pero no parecía notarlo, estaba tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera notó como un par de niños casi lo mojan mientras corrían a su alrededor tirándose agua. ¿Tanto le había afecto que lo despidieran? Al parecer si.

- ¡Helado! – grito un anciano a mi lado mientras hacia sonar una pequeña campana - ¡Helado! ¡Alegre su día con un helado!  - agregó mirándome ¿a que venía eso? ¿tengo cara de amargado? Bueno Kyuhyu dice que si pero… oh esperen, miré a Yunho nuevamente y luego volteé donde aquél anciano.
- dos helados, por favor.
- eres bastante lento chico – comentó mientras me pasaba los dos helados – aquí tienes, que le vaya bien.

Le quedé observando unos momentos bastante sorprendido ¿tanto se notaba que el chico que no hacía nada, a unos pasos de mi, y yo, teníamos algo que ver? o si quiera que nos conociéramos. Bueno, de todas formas me había ayudado, ni siquiera había pensado en darle algo para comer para animarlo al fin de cuentas eso siempre servía conmigo; un helado, pizza o papas fritas, lo que fuera.  

- ¿un helado? – dije una vez estuve frente a él. Yunho lucía bastante sorprendido de verme, tal vez más de lo normal – si no lo quieres, me comeré los dos – advertí acercándome su helado a la boca.
- es mío – se quejó arrebatándomelo - ¿qué haces aquí?
- sólo camina
- te sacaron la bota – afirmó con una leve sonrisa - ¿ya no te duele?
- no – dí unos pequeños saltos en mi lugar.
- sólo trata de no caerte de nuevo
- ¿qué tan torpe me crees? – pregunte algo ofendido
- te vi rodar por la cancha – me recordó y sentí mis mejillas arder – me gusto este helado.

Sonreí por que él lo hizo, le debía una a ese anciano.

- pase a la librería – solté suavemente – sólo tenemos que llamar a Minho, tiene varios contactos. Trabajo en varios lugares así que te puede conseguir otro trabajo en un abrir y cerrar de ojos.

Me senté a su lado sintiendo la mirada de Yunho sobre mi rostro y luego como su cabeza se posaba sobre mi hombro. Él temblaba ligeramente y si no hubiera escuchado su risa, habría creído que estaba llorando. Su repentino beso sobre mi mejilla me paralizó, me supo a un “gracias por estar aquí” de su parte.

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