En nuestro viaje hasta Tsuwano no
tuvimos ningún inconveniente y, a pesar del intenso calor, lo pasamos bien. Yo
me había liberado de las clases de Ichiro y de las presiones del entrenamiento.
Tenía la sensación de estar de vacaciones mientras cabalgaba junto al señor
Shigeru y Kenji, y por algunos días logramos dejar a un lado nuestros recelos
sobre lo que nos aguardaba.
Llegamos a Tsuwano al mediodía.
Estábamos ya cerca de la posada cuando, de repente, por encima de los sonidos
del agua y del bullicioso pueblo, oí claramente que una mujer pronunciaba a mi
nombre. La voz procedía de un edificio alargado de una sola planta, con muros
blancos y celosías en las ventanas. Yo sabía que en su interior había un hombre
y una mujer, aunque no podía verles, y por un instante me pregunté por qué
estaban allí y por qué había dicho mi nombre.
Cuando llegamos a la posada escuché
a la misma mujer hablar en el patio. Me di cuenta que era la doncella del joven
Shirakawa, y entonces nos enteramos que el joven no se encontraba bien. Kenji
acudió a verlo y regresó con la intención
de describirnos con detalle la bellaza del joven, pero la tormenta
comenzó y yo temí que los truenos asustaran a los caballos, por lo que corrí al
establo sin prestarle mayor atención. No quería enterarme de la belleza de
aquél joven. Si alguna vez pensaba en él, era con disgusto, pues sabía el papel
que iba a jugar en la trampa tendida al señor Shigeru.
Pasó un rato y Kenji se reunió
conmigo en los establos, acompañado por la doncella. Esta me saludo con un
“¡Primo!”, y yo me dí cuenta de que era miembro de la Tribu.
- ¿suele padecer estas fiebres el
señor Shirakawa? – preguntó Kenji
- la verdad es que no. Ésta es la
primera vez que los veo así. Pero no es un chico fuerte; apenas come y duerme
mal. Está preocupado por su matrimonio y por su familia. Su madre está
muriendo, y él no la ha visto desde que tenía siete años.
- nunca he visto un muchacho más
hermoso – dijo él-. Me doy cuenta de que su angustia me conmueve. Sea cual
fuese el final de la historia, él siempre llevara las de perder.
Más tarde, bañado y vestido con
ropa formal, ayudé a preparar el primer encuentro del señor Shigeru con su
prometido. Había traído regalos, y los desembalé. Una ceremonia de compromiso
debía ser ocasión de felicidad, y puede que para los novio fuera un momento de
desasosiego. Pero este compromiso matrimonial parecía estar rodeado por fuertes
tensiones y malos augurios.
La señora Maruyama nos saludó como
si casi no nos conociera, pero sus ojos apenas se apartaban del rostro del
señor Shigeru. Me pareció apreciar que había envejecido. No es que estuviera
menos hermosa, sino que el sufrimiento había marcado su semblante con las finas
líneas que lo caracterizan. Tanto ella como el señor Shigeru se mostraban
distantes, entre ellos y para con todos los demás, en especial con respecto al
señor Shirakawa.
La bellaza del joven nos dejó sin
palabras. A pesar del entusiasmo que Kenji había demostrado con anterioridad, a
mí me pilló desprevenido. Comprendí aquellos rumores acerca de cómo hombres se
volvían locos y obsesivos por él, hasta el punto de llegar a morir; también
entendí el porque nadie dudaría en unirse con él a pesar de no ser mujer.
Entonces fue cuando entendí el sufrimiento de la señora Maruyama. Los celos
era, al menos en parte, la razón de su pesar. ¿cómo podría hombre alguno
rechazar tal belleza? Si Shigeru le aceptaba, nadie podría recriminárselo, pues
cumplía su deber para con sus tíos y las demandas de la alianza. Pero el
matrimonio despojaría a la señora Maruyama no sólo del hombre que había amado
durante años, sino que también de su mejor aliado.
Las corrientes ocultas de la sala
me hacían sentirme incómodo e incompetente. Yo notaba el dolor que la frialdad
de la señora Maruyama causaba en Changmin; veía como sus mejillas se sonrojaban
y como el rubor lo hacia verse aún más hermoso. También oía los latidos de su
corazón y su respiración rápida. Él no nos miraba, sino que mantenía los ojos
fijos en el suelo. “¡que joven es!” pensé “¡y que asustado está!”. Entonces
Changmin levantó los ojos y me miró durante un instante. Me invadió la
sensación de encontrarme frente a una persona que se está ahogando en un río:
si alargaba el brazo, podía salvarlo.
Me desperté a mitad de la noche y
al instante reparé en que el señor Shigeru no se encontraba en la alcoba. Agucé
el oído y escuché su voz, que hablaba con la señora Maruyaa en un tono tan bajo
que nadie más que yo podía oír. Por una parte, me sentía consternado por el
riesgo que estaban corriendo, pero asombrado, por otra parte, de la fuerza del
amor que ambos avivaban con estos infrecuentes encuentros.
Entonces, pensé: “no se casará con
Shirakawa Changmin”, pero no acertaba a resolver si este descubrimiento me
alegraba o me atemorizaba.
Cuando, ya tarde, esta
desayunando, Kenji vino a recordarme que tenía que entrenar con la espada. Así
que, obedientemente, terminé de comer y seguí a mi preceptor hasta el pabellón
de lucha. Desde la calle se escuchaban los golpes de los palos al chocar.
Dentro del recinto, dos hombres estaban en pleno combate. Tras unos instantes,
reparé que uno de ellos no era un chico, sino que se trataba de Shizuka, mi
prima y doncella del joven Shirakawa.
Al percatarse de nuestra
presencia, Shizuka se puso en guardia sin la mínima dificultad. Entonce, su
oponente se retiró la careta y yo caí en la cuenta de que era Changmin.
- no debes distraerte por nada, mi
señor – dijo Shizuka – ésa es tu mayor debilidad: la falta de concentración. No
existe anda a tu alrededor salvo tu mismo, tu enemigo y las espadas – Shizuka
se giró para saludarnos- ¡buenos días, tío Kenji! ¡buenos días, primo Yunho!
Devolvimos el saludo e hicimos una
reverencia más respetuosa a Changmin. Siguió un breve silencio. La presencia de
este último me ponía nervioso. Yo no debería estar allí, junto al prometido del
señor Shigeru.
- volveremos en otro momento – dije-,
cuando hayáis terminado.
- no, quiero que luches contra
Shizuka – atajó Kenji – el señor Shirakawa no puede volver solo a la posada. Le
vendrá bien observar.
Miré a Changmin de reojo, este
había soltado su cabello y éste cayó como una cascada hasta sus hombros. Yo
hice un esfuerzo por no mirarlo.
Entrenamos durante un rato sin
entregarnos demasiado a la lucha. Nunca me había enfrentado con una mujer y
temía poner excesivo empeño por si la hería. Entonces, para mi sorpresa, cuando
yo hice una finta hacia un lado, ella ya se encontraba allí, y con un golpe
hacia arriba me arrancó el palo de las manos. De haber estado luchando contra
el hijo de algún guerrero, sin duda ya estaría muerto.
Shizuka tomó las cintas y recogió
el cabello de Changmin.
- ahora quiero que practiques con
Yunho, señor.
- no – atajé yo al instante- Tengo que irme. Tengo que atender a los
caballos. Es posible que el señor Otori me necesite…
Changmin se puso de pie. Yo era consciente
de que él temblaba ligeramente, y percibía con toda nitidez el olor de su
perfume, una fragancia de flores mezclada con su sudor.
- sólo un asalto – terció Kenji –
será poco tiempo.
Con desgana, recogí el palo. La
lluvia arreciaba aun con más fuerza y la sala estaba oscura; la poca luz que
llegaba tenía un tinte verdoso. Parecía como si estuviéramos en un mundo aparte,
aislados de la vida real, como si fuésemos víctimas de un hechizo.
El asalto comenzó de manera
habitual: uno intentaba desestabilizar al otro: pero yo temí golpearle en la
cara y sus ojos nunca se apartaban de los míos. Los dos nos mostrábamos
indecisos mientras nos embarcábamos en algo totalmente desconocido para
nosotros, en algo cuyas reglas ignorábamos. Entonces, apenas sin darnos cuenta,
el combate se transformó en una especie de danza: paso, golpe, quite, paso. La
respiración de Changmin se volvía más jadeante y la mía le hacía eco, hasta que
ambos empezamos a respirar al unísono. Sus ojos se mostraban más brillantes y
su rostro más resplandeciente, los golpes se volvían más fuertes y el ritmo de
nuestros pasos más salvaje. Yo me imponía durante un tiempo y luego lo hacia él;
pero ninguno llegábamos a tener la ventaja. Tal vez ninguno la deseábamos.
Finalmente, casi por error,
esquivé su guardia y, para evitar que el palo le golpease la cara, lo dejé caer
al suelo. Inmediatamente, Changmin bajó su palo, y dijo:
- me rindo.
- mi señor ha luchado bien- dijo
Shizuka -, pero Yunho podía
haberse esforzado un poco más.
Yo me puse en pie y miré fijamente
a Changmin, boquiabierto como un idiota y pensé: “si no lo abrazo ahora miso,
moriré”.
Kenji me pasó una toalla y me dio
un fuerte empujón en el pecho.
- Yunho… - empezó a decir.
- ¿qué?- dije yo, como un
estúpido.
- ¡no compliques las cosas!
Entonces, Shizuka exclamó, de
forma tan severa que parecía una advertencia de peligro:
- ¡ señor Shirakawa!
- ¿qué? – dijo él, con sus ojos
todavía fijos en mi cara.
- creo que ha sido más que
suficiente – dijo Shizuka – volvamos a tu habitación.
Changmin me sonrió y bajó la
guardia por un instante.
- señor Yunho – dijo
- señor Changmin.
Le hice una reverencia e intenté
mostrarme ceremonioso, pero me fue imposible contenerme y le devolví la
sonrisa.
- ¡si que la hemos armado buena! –
murmuró Kenji
- ¿qué esperabas? ¡están en la
edad! – replicó Shizuka-. Ya se les pasará.
Al tiempo que Shizuka se llevaba a
Changmin hacia la salida del pabellón y llamaba a los criados, que esperaban
fuera, para que trajeran los paraguas, me di cuenta del significado de la
conversación. Tenía razón en un cosa, pero en otra se equivocaban: Changmin y
yo había ardido de deseo el uno por el otro, más que deseo, de amor; pero nunca
se nos pasaría.
Durante una semana, las lluvias
torrenciales nos mantuvieron acorralados en el pueblo de montaña. Changmin y yo
no volvimos a entrenar juntos, y ¡ojala nunca los hubiéramos hecho! Había sido
un momento de locura que yo no había deseado, y me atormentaban las
consecuencias. Durante todo el día aguzaba el oído para escucharle. Oía su voz,
sus pasos y, por la noche, cuando sólo nos separaba una fina pared, su
respiración. Sabía que dormía con inquietud y que se despertaba con frecuencia.
Pasábamos tiempo juntos, pues no había más remedio, porque la posada era
pequeña, viajábamos en el mismo grupo y teníamos que acompañar al señor Shigeru
y a la señora Maruyama. Sin embargo, no podíamos hablar. Creo que los dos estábamos igualmente aterrorizados ante la
posibilidad de dejar nuestros sentimientos al descubierto. Apenas nos
atrevíamos a mirarnos, pero cuando alguna vez nuestras miradas se encontraban,
la pasión saltaba de nuevo entre nosotros.
El deseo me había conferido un
aspecto pálido y demacrado que empeoraba por la falta de sueño, ya que había
retomado mi vieja costumbre. Como en Hagi, salía por las noches a explorar el
pueblo. Shigeru no sabía de mis andanzas porque, cuando yo abandonaba la posada
él estaba con la señora Maruyama. En cuanto a Kenji, o no se percataba o fingía
no hacerlo.
- Habla – me insistió el señor
Shigeru
- Habéis hecho que todos crean que
me encontraste por casualidad, pero yo pienso que sabíais dónde encontrarme. Me
estabais buscando.
Él asintió con la cabeza.
- Si, sabía quién eras en cuando
te vi en el sendero. Había viajado hasta Mino con el expreso propósito de
encontrarte.
- ¿debido a que mi padre era un
asesino?
- ese era el motivo principal,
pero no el único.
Yo tenía la sensación de que en la
habitación no había suficiente aire para respirar.
- pero ¿cómo lo sabíais...? yo lo
desconocía y… la Tribu también.
El señor Shigeru dijo, con un hilo
de voz:
- desde la batalla de Yaegahara he
tenido tiempo de enterarme de muchas cosas. Yo sabía que no iba a encontrar descanso mientras los asesinos de mi
hermano siguieran con vida, y consideraba que Lida era responsable de los actos
de sus hombres. Todo lo que sucedió después parecía conducir a la misma
conclusión: había llegado el momento de asesinarle.
Al oír estas palabras, empezó a
arder dentro de mí una lenta emoción. Me acordé del momento en que el que, en
mi aldea, decidí que no estaba dispuesto a morir, sino que buscaría venganza.
Todos los hilos que conducían mi
existencia parecían conducirme hasta ese propósito.
- mi vida es vuestra – dije -.
Haré lo que me pidáis.
- lo que te pide es muy peligroso,
casi imposible. Si decides no hacerlo, puedes partir mañana con Kenji. Todas
las deudas entre nosotros han sido saldadas. Nadie te tendrá en menor estima.
- por favor, no me insultéis –
dije yo, y él se rió.
Bajo de luz de la linterna, el
semblante del señor Shigeru mostraba una expresión curiosa en la que me pareció apreciar un mezcla de orgullo y
de pesar.
- puede que Lida me mate – dijo-,
pero nada puede cambiar el hecho de que ella me haya preferido a mi.
- estás enamorado de la muerte,
como todos los de tu clase – dijo Kenji, con una cólera que nunca antes había
escuchado en su voz.
- no temo a la muerte – le
interrumpió Shigeru -, pero tampoco estoy enamorado de ella. Al contrario, creo
haber demostrado lo mucho que aprecio la vida; pero es mejor que vivir
humillado, y ése es el punto al que he llegado.
Yo oí pisadas que se aproximaban.
Giré la cabeza y los dos hombres se callaron. Sachie le susurró algo y después
se marchó silenciosamente. Shigeru se volvió hacía nosotros, y nos dijo:
- la señora Maruyama quiere
discutir conmigo los preparativos para el viaje de mañana. Pasaré un rato en su
habitación.
Kenji no respondió, sino que se
limitó a inclinar la cabeza ligeramente.
- tal vez sea la última vez que
estemos juntos – dijo Shigeru suavemente, antes de salir al pasillo y cerrar la
puerta tras él.
- debería haber llegado a ti antes
que él, Yunho – dijo Kenji, con un gruñido -. De haber sido así, ahora no serías
un señor y las ataduras de la lealtad no te habrían ligado a Shigeru.
Pertenecerías sólo a la Tribu y no habrías dudado en partir conmigo esta misma
noche.
- si el señor Otori no me hubiese
encontrado antes, ¡yo estaría muerto! – respondí con furia - ¿dónde estaba la
Tribu cuando los Tohan asesinaban a mi gente y quemaban mi casa? Él me salvó la
vida entonces; por eso ahora no puedo abandonarle. Nunca lo haré. ¡no me lo
vuelvas a pedir!
Los ojos de Kenji se
ensombrecieron.
- señor Yunho – dijo con sarcasmo.
A la mañana siguiente, los caminos
que partían de Tsuwano estaban atestados. Muchos viajeros aprovechaban la
mejoría del tiempo para continuar su viaje.
Vi a Changmin tan sólo un
instante, cuando subía al palanquín apostado a la puerta de la posada. Él no me
miró.
Llevábamos días de retraso y
teníamos que continuar a toda costa. Tardamos tres días en llegar a la frontera
del feudo, el doble de lo que habíamos calculado.
Yo permanecía casi tan silencioso
como cuando había perdido el habla. Aguzaba el oído para captar retazos de
conversaciones que, como las briznas de paja, seguían la dirección del viento. Mientras tanto yo me hacía pasar por un
artista y a menudo sacaba tinta y pinceles. Entonces, me alejaba de mi
verdadera personalidad y me mostraba como una persona sensible, gentil y tímida
que apenas hablaba y en la que apenas nadie reparaba.
Nuestra estancia en Tsuwano se
convirtió para mí en el recuerdo de un sueño. ¿había sido realidad la lucha con
Changmin? ¿era cierto que el amor nos había atrapado y abrasado con su llama?
Apenas pude verlo al día siguiente, pues nos alejábamos en posadas separadas.
No era difícil actuar como si él no existiera, pero cuando escuchaba su voz
el corazón me latía con fuerza y
por la noche no lograba apartar su imagen de mis ojos. ¿me habría embrujado?
- ¿cómo puedes traer estos
acompañantes? ¿es que no tienes guerreros en Hagi? – se burló Abe
- me dirijo a casarme – respondió
con suavidad Shigeru -. ¿debería prepararme para la batalla?
- un hombre siempre tiene que
estar preparado para la batalla – replicó Abe -; sobre todo si su prometido
tiene la reputación del suyo. ¿supongo que sabes a que me refiero? – Abe negó
con su enorme cabeza -. Debe ser como comer pescado en mal estado: un bocado
puede matarte. ¿no te preocupa?
- ¿debería preocuparme? – Shigeru
se sirvió más vino y bebió.
- bueno, admito que es un bocado
exquisito. ¡a lo mejor merece la pena!
Mientras le escuchaba en silencio,
intentaba discernir cuáles eran sus debilidades. Ya había decidido que iba a
matarle.
Al día siguiente llegamos a
Yamagata. Abe había abrigado la esperanza de llegar a Inuyama antes de que
comenzara el Festival de los Muertos, y le irritaba estar atrapado en Yamagata.
Hasta que terminase el festival, se consideraba que los viajes traían mala
suerte.
A lo largo de la orilla del río se
habían encendido hogueras y la gente comenzó a bailar. Me anime un poco y me
puse de pie para observar a los bailarines. Entre las sombras de los sauces, vi
a Changmin.
Estaba de pie, junto a la señora
Maruyama, Sachie y Shizuka. Shigeru se levantó y se dirigió lentamente hacia
ellos. La señora Maruyama se acercó hasta él, y se saludaron con palabras
solemnes. Entonces se dieron vuelta con toda naturalidad, y codo a codo
contemplaron la danza. Yo podía escuchar su deseo por debajo del tono formal de
su conversación, y también lo percibía en su actitud, lo que me hacía temer por
ellos.
Changmin se había quedado junto a
la orilla del río. Tuve la sensación de llegar hasta él en contra de mi voluntad,
como si los espíritus me hubieran cogido y trasladado hasta su lado. Me las
arregle para saludarlo de manera cortés pero retraída, con la intención de que
si Abe me observara tan sólo pensara que yo sentía un inocente amor pueril
hacia el prometido del señor Shigeru. Dije algo sobre el calor de la noche, aunque Changmin
temblaba como si hiciese frío. Permanecimos en silencio unos momentos, y
después él preguntó en voz baja:
- ¿quiénes son tus muertos Yunho?
- mi padre, mi madre… - tras una
pausa, continué – hay tantos a los que recordar…
- mi madre se está muriendo – dijo
Changmin -. Yo esperaba volverla a ver, pero nos hemos retrasado mucho en el
viaje y temo no llegar a tiempo. Me enviaron como rehén a los siete años… llevo
más de la mitad de mi vida sin ver a mi madre o a mis hermanas.
- ¿y tu padre?
- también es un extraño para mi.
- ¿estará en tu …? – para mi
sorpresa, mi garganta se secó y no
pude pronunciar la palabra.
- ¿mi boda? – dijo él, con
amargura – no, él no estará presente – sus ojos se clavaron en el río iluminado
por las llamas. – están enamorados – dijo como para sí-. Por eso ella me odia.
Yo sabía que no debería estar
allí, no debía hablar con Changmin, pero me era imposible alejarme de su lado.
Intente mantener mi disfraz gentil, apocado, cortés.
- el señor Shigeru es un buen
hombre.
- ya se que es un buen hombre. Lo
único que digo es que nunca me amará. – yo notaba que él me miraba – pero sé –
continuó – que el amor no es para los de nuestra clase – ahora era yo el que temblaba.
Levante mi cabeza y mis ojos se encontraron con los suyos. – entonces, ¿por qué
estoy enamorado? – susurró.
No me atreví a hablar. Las
palabras que quería pronunciar se ahogaban en mi boca, donde yo notaba su
dulzura y su poder. De nuevo pensé que moriría si no lograba hacerlo mío.
La voz de Shizuka llegó desde la
oscuridad:
- se está siendo tarde, señor
Shirakawa.
- ya voy – dijo Changmin -. Buenas
noches, señor Yunho.
Sólo me permití una cosa:
pronunciar su nombre como él había pronunciado el mío.
- señor Shirakawa.
El momento en que se volvió para
irse, vi cómo su cara se encendía más reluciente que las llamas, más brillantes
que la luna reflejada en el agua.
La alcoba estaba tan mal ventilada
como yo había imaginado y no lograba conciliar el sueño. Oí el tañido de las
campanas del templo a media noche y después, tras el toque de queda, todos los
sonidos se disiparon, con la excepción de los lastimosos gemidos de los
moribundos que permanecían colgados en la muralla del castillo. Aquella noche
yo escalé las murallas del castillo para darles muerte, cuando un joven paria
me vío, y en su mirada percibí que sabía lo que había hecho. Entonces mi imagen
desapareció y el hombre lanzó un grito de asombro: ¡un ángel!. Gracias a que en
esa ocasión no soporte escuchar como agonizaban mi reputación crecería más
adelante, pero en ese entonces sólo se conocía que un “ángel” los había
liberado de su sufrimiento.
Al día siguiente, camino al templo
donde se encontraba la tumba de hermanos del señor Shigeru estaban atestadas y
un inmenso gentío bordeaba la orilla del foso. La gente permanecía en pie
mirando fijamente el primer portón del castillo.
- murieron con rapidez – me dijo
Shigeru -. Tuvieron suerte.
Yo no respondí.
- ¿qué ha provocado tanta revuelta?
– preguntó Abe.
- todos los criminales murieron
anoche. Un hombre asegura que un ángel vino a darles muerte.
- la presencia del señor
Otori empeora la situación – dijo
Abe con amargura. - ¡Fuera de aquí! – gritaba.
Asustado por el alboroto, Raku
corrió hacia delante, y me encontré cabalgando junto a Changmin. Nuestros
caballos movían las cabezas y se miraban entre sí, como si encontraran valor
con la presencia del otro. Después, trotaron al unísono hasta el final de la
calle.
Con la vista al frente y con una
voz tan baja que entre el griterío sólo yo podía oír, Changmin dijo:
- ¡ojalá pudiéramos estar a solas!
Hay muchas cosas que quiero preguntarte; ni siquiera se quién era en realidad.
¿por qué finges ser menos de lo que eres? ¿por qué ocultas tu destreza?
Si por mi hubiera sido, habría
pasado el resto de mi vida cabalgando junto a él, pero el camino era demasiado
corto y yo no me atrevía a responderle. Eso era lo que yo más deseaba: estar a
solas con Changmin, revelar mi oculta personalidad, contarle todos mis secretos
y mentiras…, y yacer con su piel junto a mi piel. ¿sería eso posible alguna
vez? Sólo si Lida moría.
Una vez en la posada, Kenji dijo:
- ¿como?
- dos con veneno, uno con el
garrote, otro con mis manos. – susurré
Él negó con la cabeza.
-es difícil de creer. ¿dentro del
recinto del castillo? ¿sin ninguna ayuda?
- no lo recuerdo muy bien – dije
yo -. Pensé que os enfadarías conmigo.
- y estoy enfadado… - replicó. Me
preparé para recibir uno de sus golpes; sin embargo, me dio un abrazo. – te
debo estar tomando cariño – dijo Kenji – no quiero perderte.
- ¿por qué correr ese riesgo en
este preciso momento?
- no lo sé, no podía dormir…
- es esa blandura que tiene – dijo
Kenji – lo empuja a actuar con compasión incluso cuando mata.
- Yunho, vigila a los guardias
esta noche. Procura que les quede claro que si provocan algún disturbio, no
dudaré en entregarlos a Abe para que sean castigados. Temo que haya una
revuelta prematura ahora que nuestro objetivo está tan cerca.
Aquél era un objetivo al que me
aferraba con resolución. No volví a pensar en el comentario de Kenji – que la
Tribu me iba a reclamar -, y me concentré únicamente en Lida Sadamu, en su
residencia en Inuyama. Llegaría hasta él a través del suelo de ruiseñor y le
mataría. Incluso el recuerdo de Changmin servía para intensificar mi
determinación. No hacía falta ser Ichiro para darse cuenta de que si Lida moría
antes de la boda de Changmin, él quedaría libre para casarse conmigo.
Nos levantamos de madrugada, y poco después del amanecer
estábamos en camino. Los Tohan habían prohibido a la población que se
congregara en las calles e imponían su ley con el uso de la espada.
Descuartizaron a un recolector de estiércol que había osado pararse a fijar la
mirada en nuestra comitiva; también golpearon hasta la muerte a una mujer que
no se apartó a tiempo de nuestro camino.
Fue transportado en palanquín, por
lo que no vi a Changmin hasta que paramos para el almuerzo. No le dirigí la
palabra, pero me quedé impresionado por su aspecto. Estaba tan pálido que su
cutis parecía transparente, y círculos oscuros rodeaban sus ojos. El corazón me
dio un respingo: cuanto más frágil se volvía, más desesperadamente lo amaba.
Shigeru habló con Shizuka sobre
Changmin, preocupado por su palidez. Shizuka le respondió que se mareaba con el
vaivén del palanquín, que era lo único que le ocurría; pero me lanzó una rápida
mirada y yo entendí el mensaje.
Al llegar fuimos escoltados hasta
una residencia cercana al foso del castillo; era amplia y hermosa. Las
apariencias nos hacían llegar a la conclusión de que Lida estaba a favor del
matrimonio de Shigeru.
Mientras descendíamos por las
escaleras, pudimos oír cómo los guardias se burlaban de nosotros, con las
bromas que los Tohan solían hacer sobre los Otori: que preferían llevarse a
chicos a la cama en lugar de muchachas; que les gustaba más una buena comida
que una buena pelea, entre otros… sus estruendosas carcajadas flotaban a
nuestras espaladas. Avergonzado, nuestro acompañante masculló una disculpa.
- ¿oís ese extraño ruido? –
pregunté a Kenji, con inocencia.
- ¿qué puede ser? – terció este,
con el ceño fruncido. Nuestro acompañante soltó una carcajada.
- es el suelo del ruiseñor. Un
suelo que canta. Nada puede atravesarlo, ni siquiera un gato, sin que empiece a
piar como un pájaro.
- suena a cosa de magia – dije yo.
- Tal vez lo sea – respondió el
hombre, que se reía ante mi incredulidad.
- ¡que invento tan asombroso! Me
encantaría verlo – dije.
Una procesión de criadas con bandejas
de comidas – ya era casi mediodía – se quitó las sandalias y piso el suelo. Al
escuchar los trinos, el corazón me dio un vuelco y me acordé de cómo había
corrido a través del suelo del ruiseñor en Hagi. No tendría ocasión de
practicar, sólo dispondría de una oportunidad para intentar cruzarlo sin ser
descubierto.
Permanecía en el mismo lugar tanto
como me fue posible, intentando discernir cada uno de los sonidos. De vez en
cuando, recordaba que Changmin estaba en el interior de la casa, y me esforzaba
en vano en escuchar su voz.
Finalmente Kenji dijo:
- ¡venga, vamos! Tengo el estómago vacío. El señor Yunho
podrá ver el suelo otra vez mañana, cuando acompañe al señor Otori.
- ¿vendremos al castillo mañana?
- el señor Otori visitará al señor
Lida a media tarde – respondió Kenji -. Por descontado, el señor Yunho le
acompañará.
- ¡que emocionante! – exclamé yo,
aunque mi corazón me pesaba como una losa ante los acontecimientos.
Cuando regresamos a nuestra
residencia, el señor Shigeru estaba contemplando las ropas de boda.
- me las han enviado mis tíos –
dijo Shigeru - ¿qué opinas de su elegancia, Yunho?
- es extrema – repliqué, asqueado
de la hipocresía de sus parientes.
Shizuka llegó con los regalos de
boda por parte de la señora Maruyama. Escondido entre el envoltorio había dos
pequeños pergaminos. Uno de ellos era un carta. No nos habló de su contenido,
sino que la guardo en la ancha manga de su túnica.
- ¿qué otras noticias traes?
- creen que Yagamata se rendirá
una vez Lida…
Shigeru levantó la mano, pero
Shizuka ya había dejado de hablar.
- esta noche, entonces – anunció
Shigeru, de forma concisa.
- señor Otori.
- ¿está bien el joven Shirakawa? –
preguntó Shigeru con voz normal, al tiempo que se apartaba de Shizuka.
- ¡ojalá estuviera mejor! –
respondió ella con voz apagada – no come ni duerme bien.
Mi corazón había dado de latir por
un momento cuando Shigeru había dicho que sería aquella noche; pero después se
había acelerado y bombeaba sangre a las venas.
Observé una vez más la descripción
que tenía en las manos y la memoricé. Al pensar en Changmin, en su pálido
rostro, en sus frágiles muñecas y en la negra masa de su cabello, mi corazón
volvió a fallar. Entonces, me levanté y me dirigí hacia la puerta para intentar
ocultar mi emoción.
- lamento profundamente el daño
que estoy haciendo al señor Shirakawa – dijo Shigeru.
- él teme haceros daño a vos –
replicó Shizuka, antes de añadir en voz baja-, aunque también teme otras cosas.
Ahora debo regresar junto con mi señor. Me inquieta dejarlo solo.
- ¿a que te refieres? – exclamé
yo, y los dos se quedaron mirándome.
Shizuka titubeó.
- a menudo habla de la muerte –
dijo finalmente.
Yo deseaba enviar algún mensaje a
Changmin; quería llegar corriendo al castillo, sacarlo de allí y llevarlo a algún
lugar en el que se encontrara a salvo. Lo malo era que tal lugar no existía y
nunca iba a existir hasta que todo aquello terminara…
También sentía de deseos de
preguntar a Shizuka acerca de Kenji: qué tramaba, cuáles eran los planes de la
Tribu… pero entonces llegaron las criadas con el almuerzo y ya no hubo
oportunidad de hablar en privado antes de que Shizuka se marchara.
Mientras comíamos notaba que
Shigeru me miraba de vez en cuando, como si hubiera muchas cosas que quisiera
decirme, pero no habló.
En nuestro encuentro con Lida, él
mismo sacó el tema de la boda, y bajo la cortesía de sus palabras pudo
percibirse su desprecio y su envidia hacia Shigeru.
- el señor Shirakawa ha sido
pupilo del señor Noguchim, mi más
antiguo aliado y amigo.
Lida no mencionó que Noguchi había
sido derrotado por Arai, aliado de Shigeru.
- el señor Lida me otorga un gran
honor.
- es un joven muy hermoso, aunque
cuenta con una reputación desafortunada. Espero que esto no os alarme.
Un murmullo jocoso recorrió la
sala. Los lacayos no llegaron a reírse abiertamente, tan sólo sonrieron con
picardía.
- opino que la reputación del
joven Shirakawa es injustificada – respondió Shigeru, con voz calmada. – además,
mientras me encuentre en Inuyama como invitado del señor Lida, no me alarmaré
en lo absoluto.
Le mataría… por sus acciones del
pasado, por su insolencia con el señor Otori y, porque si no le arrancaba la
vida aquella noche, él nos mataría a los dos. Y si tenía tiempo, también matarías
a los lacayos que se rieron de Changmin.
- nos veremos dentro de tres días
en la ceremonia del matrimonio.
En la alcoba se apreciaba un
ligero olor a humo: Kenji había quemado los mensajes de la señora Maruyama
durante nuestra ausencia. Nos examinó detenidamente.
- ¿reconocieron a Yunho? – preguntó
- si, le han reconocido. Lida tiene
muchas sospechas, y también recelos. Puede atacar en cualquier momento.
- me llevaré ahora mismo a Yunho. Puedo
esconderlo en la ciudad
- no – exclamé yo –. esta noche iré
al castillo.
- has sido un buen amigo – dijo Shigeru,
con calma-; pero no tienes porqué arriesgar tu vida.
- no lo hago por ti, Shigeru. Es para
vigilar a Yunho- replicó Kenji, antes de voltearse hacia mí- más vale que veas otra vez las murallas
y el foso antes del toque de queda. Trae tu material de dibujo.
Recogí mis cosas y nos dispusimos
a salir, pero en la puerta, justo antes de poner el pie en el jardín, Kenji me
dejó sorprendido: se volvió de nuevo hacia Shigeru y le hizo una profunda reverencia.
- señor Otori – dijo.
Yo pensé que estaba de broma. Sólo
más tarde di cuenta de que aquello era un adiós. Yo no me despedí; tan sólo
hice la inclinación de costumbre, que Shigeru respondió con un gesto. Las luz
del atardecer que llegaba desde el jardín le iluminaba por la espalda, y no
pude verle la cara.
Las calles estaban atestadas de
gente que aprovechaba el periodo de tiempo que transcurría entre el ocaso y el
toque de queda. Se chocaban constantemente contra mí, lo que me hacía sentirme
nervioso, y ver espías y asesinos por todas partes. El encuentro con Lida me
había alterado y una vez más había vuelto a ser el chico aterrorizado que había
huido de las ruinas de Mino. Aunque yo pretendiera ser el señor Otori Yunho o
un Kikuta de la Tribu, en realidad no era ninguno de los dos. Era uno de los
Ocultos; es decir, uno de los perseguidos.
Caminamos en dirección oeste,
siguiendo la muralla del castillo. Mientras oscurecía, yo me alegraba de que no
brillaran la Luna ni las estrellas. A pesar de las circunstancias, sentía hambre.
Pensé en detenerme a comer algo, pero Kenji sugirió que avanzásemos un poco más.
-regresemos – dije.
Momentos después, un pequeño grupo
de gente salió del callejón que teníamos enfrente. Al principio pensé que se trataba de artistas callejeros. Me
detuve. Kenji se colocó justo detrás de mí. Otra muchacha se acercó a nosotros.
Lo que ocurrió después mi cabeza
no lo guarda con claridad.
“es de los nuestros”
“estate quieto, Yunho”
“deja de forcejear, nadie va a
hacerte daño.”
Yo sabía lo que pretendía, y me
contorsioné con violencia hasta que perdí el equilibrio. La chica y yo caímos
al suelo, mientras sus manos todavía me sujetaban la garganta.
Justo antes de quedar
inconsciente, vi a Shigeru con claridad. Esperaba en la habitación a que regresáramos.
Intenté gritar, furioso por la inmensidad de la traición, pero me habían tapado
la boca. Ni siquiera mis oídos percibían sonido alguno. Sin embargo, mi último
pensamiento fue dedicado a Changmin y me preguntaba si sería capaz de volver a
verlo.
Changmin.
Waaaa... Esta muy, muy emocionante... Y me dejo con muchos deseos se seguir leyendo y pedir por el siguiente capitulo... Lo necesito. Desde que publicaste la primera parte me quede muy intrigada es una muy buena adaptación, tan buena que estoy pensando seriamente comprarme los libros... Aunque después de leer el final que nos estás preparando en tu versión. *-* Gracias por escribir- Manda muchos besos y bueno deseos para que siga escribiendo... Y pronto-.
ResponderEliminargracias por comentar, me alegro de que te guste. Esta es un adaptación/resumen que haré, sólo llegara hasta el tomo dos. Y digo resumida ya que cada libro tiene más de 300 paginas y la historia completa incluye otras cosas que claramente al ser dos hombres los protagonistas de la adaptación no pueden pasar. Me alegro que quieras comprarlo, es un gasto de dinero del que no te vas a arrepentir.
EliminarOMGosh!!! Y qien se llevo a Yunho????
ResponderEliminarAhhh esto esta super emocionanteee..... y ahora q pasara??? Y Changmin, espero q mejore u.u
gracias pr la adaptacion ^^